Hoy en la Iglesia universal se celebra la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y en muchas parroquias del mundo se llevan a cabo liturgias fervorosas en torno a esta hermosa fiesta, que cuenta la tradición que esta fiesta se celebra a pedido explícito del mismo Cristo a Santa Margarita María de Alacoque.
San Juan Pablo II decía que “esta fiesta recuerda el misterio del Amor que Dios alberga por los hombres de todos los tiempos”.
“Te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares”, expresó el Señor a Santa Margarita en junio de 1675.
“También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute”, añadió.
Para destacar una de las comunidades donde se vive de modo especial esta celebración es en la parroquia de Charalá; allí es un día especial, porque esta solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús se ha mantenido en el corazón de los fieles por ser una de las devociones más cercanas al pueblo y que se mantiene vigente en esta comunidad, gracias al trabajo evangelizador de los diferentes sacerdotes que han pasado por allí, pero de modo especial a un grupo de adoración perpetua que por más de 40 años sigue manteniendo vivo el fervor en la comunidad charaleña esta hermosa celebración, que es antecedida por las 40 horas de oración al Santísimo, así como el arreglo del templo, el trisagio, y la procesión en las tardes de adoración y el día de la celebración por las calles del municipio, que es una invitación permanente a la humildad y a la sana convivencia inspirados en el corazón de Jesús.
La solemnidad del Corazón de Jesús es la fiesta cargada de un profundo significado. Celebramos que el corazón de Cristo, herido por la lanza, es fuente de nuestra salvación, de donde brota toda gracia para el mundo entero, y es casa de nuestras vidas y de nuestros caminos. Es signo de amor traspasado y entregado que, una vez más, nos enseña que el amor verdadero hay que vivirlo de cara a los demás. Aprendamos de este amor desmedido a abrir de par en par nuestro corazón y a amar sin tapujos. Esa es la invitación que hace permanentemente la Iglesia Católica.
Gaap.