Propósitos para un uso racional y sostenible: Hoy, 14 de febrero.
Con el objetivo de promover el uso de fuentes alternativas y disminuir la utilización de energías no renovables, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha señalado el 14 de febrero como la fecha para conmemorar el Día Mundial de la Energía.
La utilización de fuentes energéticas no renovables y las técnicas empleadas para su extracción, según la ONU, son responsables en un 60% de la emisión de gases de efecto invernadero que repercuten en el cambio climático, razón por la cual la organización ha expresado preocupación por la generación de energía limpia.
Además, según Naciones Unidas, más de un tercio de la población mundial no tiene acceso a formas avanzadas de energía, siendo los 30 países más desarrollados -con el 15% de la población total- los usuarios del 60% de las nuevas formas de energía. En este contexto cabe enmarcar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), un conjunto de 17 medidas -contenidas en la Agenda 2030 y aprobada por Naciones Unidas- en materia de derechos humanos, educación, respeto al medio ambiente y lucha contra la corrupción.
Por su parte, la Unión Europea se ha marcado que el 20% de la energía sea renovable y la Comisión Europa ha anunciado un Pacto Verde Europeo, destinado a convertir Europa en el primer continente de cero emisiones de carbono para 2050, haciendo especial incidencia en el transporte, los edificios y la fabricación.
ODS7: Energía asequible, segura y sostenible.
“Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos” es el principio recogido en el ODS7. Para ello, se plantean una serie de metas, de aquí a 2030, con las que contribuir directamente al desarrollo de las comunidades más desfavorecidas de una forma respetuosa con el medio ambiente:
• Garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos.
• Aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas.
• Duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética.
• Aumentar la cooperación internacional para facilitar el acceso a la investigación y la tecnología relativas a la energía limpia y promover la inversión en infraestructuras energéticas y tecnologías limpias.
• Ampliar la infraestructura y mejorar la tecnología para prestar servicios energéticos modernos y sostenibles para todos en los países en desarrollo.
Hacia un modelo energético sostenible: descarbonización
El compromiso europeo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) supondrá para España un esfuerzo necesario en el que las emisiones se limiten, hasta un valor de entre 14 y 88 MtCO2.
Con estas consideraciones, el informe de Monitor Deloitte “Un modelo energético sostenible para España en 2050” define una transición sólida y flexible hacia un modelo energético sostenible. La transición con éxito solo se podrá alcanzar si el nuevo modelo pone en marcha de forma simultánea las siguientes palancas de descarbonización:
• Cambiar vectores energéticos, como el consumo de productos petrolíferos (siempre que haya una alternativa viable), por otros con menores emisiones, como el gas natural.
• Desarrollar un parque de generación eléctrica basado exclusivamente en energías renovables.
• Implantar medidas de eficiencia para no desperdiciar energía en consumos innecesarios.
• Es necesario contar con todas las tecnologías y energías disponibles en este periodo, ya que prescindir de forma precipitada de la energía nuclear, del carbón, o de los productos petrolíferos entre hoy y 2030 significaría poner en riesgo la eficiencia económica de la transición o la seguridad de suministro.
Edificación, papel clave
Como subraya Green Building Council España (GBCe) en su reciente ‘Informe sobre la descarbonización de la edificación’, “si la Covid-19 ha demostrado la importancia de entender y prepararse para el riesgo, es imperativo que esta lección se aplique al clima y a la crisis ambiental, donde los riesgos son aún mayores y donde estamos aún peor preparados para afrontarlos”.
España es uno de los países europeos más vulnerables frente al cambio climático y, si queremos minimizar estos efectos, debemos actuar de forma urgente hacia modelos que aseguren nuestro bienestar y el equilibrio a largo plazo. En este camino hacia la descarbonización, la edificación está obligada a jugar un papel clave: a nivel europeo, el sector supone más del 36% de las emisiones de CO2 y el 40% de la energía final empleada.
Se trata de uno de los sectores denominados difusos, es decir, que sus actividades no participan del comercio de derechos de emisión. Sin embargo, su alto impacto y la gran cantidad de agentes implicados en él hacen necesaria una estrategia específica para reducir sus emisiones en todo su ciclo de vida, y no solo en su fase de uso, que aun siendo la más más larga -y por ello la que tiene un mayor impacto- no debe ser la única a tener en cuenta: también se produce un impacto muy alto en el fin de la vida útil, con la demolición y el posterior tratamiento de los residuos, y se calcula que hasta el 40% del carbono que producen los edificios a lo largo de su vida útil se encuentra embebido en sus materiales, según se recoge en el informe de GBCe.
Cabe destacar igualmente que es en los edificios existentes donde hay un mayor potencial de reducción de emisiones: será la rehabilitación integral la que nos permita alcanzar los objetivos de descarbonización, al tiempo que mejoramos nuestra salud y calidad de vida. “El grueso de la descarbonización en el sector de la edificación se encuentra, pues, en intervenir en los edificios ya construidos”, argumenta GBCe en su estudio, que añade que actuar a nivel de barrio o de ciudad permite ser más efectivos en la consecución de los objetivos de descarbonización: al intervenir en el espacio público se mejoran las condiciones exteriores en las que los edificios están inmersos, ampliando las horas de confort a lo largo del año y reduciendo la demanda energética.
Además, asociar renovación urbana y rehabilitación integral de edificios permite acceder a mayores líneas de financiación, la construcción de redes energéticas de distrito, la optimización de la movilidad urbana, la revalorización de los espacios urbanos, la intervención en el tejido social y, en definitiva, la revitalización de nuestras ciudades. Según GBCe, “el objetivo no es solo que nuestros edificios lleguen a ser Edificios de Energía Casi Nula, sino que todo nuestro entorno construido permita alcanzar un futuro sostenible y resiliente frente a los efectos del cambio climático”.
Pese a la demostrada importancia de estas metas y a las crecientes políticas europeas en torno a la materia, el cumplimiento del ODS7 es una de las asignaturas pendientes en nuestro país. Adoptar hoy una postura de reflexión activa en torno a esta fecha conmemorativa es dar un paso para lograr mantener nuestra forma de vida a largo plazo desde la sostenibilidad y cambiar, así, el rumbo del futuro de nuestro planeta-
#antenaradio76
(conf. cicconstruccion.com)